Carecieron de una estructura política que se correspondiera con la constitución de un verdadero Estado, a la manera de lo que luego sería Roma. Esto nos permite pensar, entonces, en una nación y no en un Estado propiamente dicho. Su organización se correspondía con un sistema de ciudades estados independientes, cada una de ellas con sus respectivos monarcas y sistemas de administración de gobierno, aunque intensamente comunicadas.
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